
Termografía de una vivienda remodelada en Brooklyn, New York, en la que se puede apreciar que no deja escapar el calor.
El concepto de construcción pasiva puede considerarse la coherencia límite de la arquitectura bioclimática de toda la vida; un extremo en el cual la casa no necesita un consumo energético para calentarse o enfriarse, ya que el diseño y los materiales empleados permitirían su habitabilidad confortable por sí mismos.
Ni siquiera requiere del uso de energías renovables como pudieran ser unas placas fotovoltaicas o un molino de viento:
construyendo los muros con el aislamiento necesario, manejando la radiación solar, utilizando el triple acristalamiento, sellando cualquier fuga de aire posible y renovando éste sin perder su temperatura consigue que su interior sea cálido, fresco y saludable.
Ahora contamos con herramientas tecnológicas que, por ejemplo, nos permiten obtener
imágenes térmicas de nuestras construcciones, en las que encontramos los puntos o áreas por las que se nos escapa el calor, así como
programas de ordenador que integran toda la información que obtenemos con esas herramientas y nos permiten hacer un diagnóstico y un proyecto mucho más eficaz, que no siempre es tan intuitivo.
Pero también estamos volviendo a utilizar materiales que nos parecían del pasado, como la
paja y la
madera, que ahora “descubrimos” que pueden ser los más baratos y eficaces para conseguir nuestros fines, como lo fueron durante mucho tiempo.
El concepto de “casa pasiva” sirve para diversos tipos de construcción.
Toda una estrategia, en definitiva, para conseguir que aquello que añadimos a nuestro mundo, siempre una responsabilidad por la energía que se consume, el material que se gasta, lo que se ensucia… y ocupa, por lo menos no suponga una carga durante el resto de su existencia.
Y a mí me sorprende mucho que esto sean
novedades, cosas un poco como de hippies, que haya “debate” al respecto, que haya que demostrar que el mar está subiendo su nivel o que los glaciares se deshielan para tomar este camino sin mirar atrás.
Entre dos casas igual de habitables y confortables ¿no será más hermosa aquella que sea autosuficiente y no contamine?
Y ya puestos ¿no será esto de las casas pasivas el mínimo exigible? ¿no serían más hermosas aun si en lugar de consumir produjeran energía, aire limpio, tomates…?
Es también aprende de la sabiduría popular y de la tradición histórica. A cambio de inventar, investigar como nuestros antepasados vivían sin aire acondicionado. En Panamá sus casas eran de bahareque y sus techos de arcilla y siempre un árbol para tener sombra.