Un poco tristón por el ambiente un tanto plomizo del panorama de la vivienda de por aquí, llevo tiempo disfrutando con sorpresa de la cantidad y variedad de experimentos domésticos que se producen en Japón.
Este interés y sorpresa parecen no ser uno más de mis delirios y el año pasado el artículo de Alastair Townsend “Why Japan is Crazy About Housing” fue el más leído de la publicación digital Archdaily’s.
Unos meses más tarde, en este 2014, ha sido el periódico The Guardian quien se ha fijado en este fenómeno extraordinario.
Nos cuentan cómo los japoneses han encontrado, entiendo que sin querer, un sistema de renovación de vivienda que se parece mucho a la obsolescencia programada que (de una u otra forma) gobierna el mundo de todo aquello que hoy en día compramos.
En Japón la vida media de una vivienda es de 30 años y su valor próximo a cero después de 15.
El fetichismo por lo nuevo, una confianza en la construcción herida a golpes de terremoto, una espiritualidad de la no permanencia… y un código de edificación que se renueva cada 10 años.
Este conjunto de razones ha propiciado que Japón sea el país con más arquitectos per cápita del mundo (2.5 por cada 1.000 habitantes frente a 1.1 de España); trabajando y felices, a juzgar por los numerosos y chispeantes experimentos que se permiten.
¿Tendremos que destruir nuestras ciudades para rehacerlas? ¿O será como dicen los chicos de arquiPARADOS y el oficio de arquitecto (por estos predios) tendrá que ser distinto?
De momento, como la obsolescencia programada nos parece un disparate cósmico, sólo nos quedaremos con esas frescas imágenes de la mejor arquitectura doméstica nipona.
A lo mejor sacamos alguna pista.
Sociolaboralmente y en el ámbito creativo y renovador más que necesario.
Usar los avances a los que se ha llegado en aldunas partes del mundo y tratar de aplicarlas, en la medida de lo posible, en nuestro quehacer cotidiano.
Pues sí, Ignacio, seguir dándole vueltas a nuestras casas, nuestro hábitat, a ver si podemos dar un paso al frente.
Gracias por tu comentario.
Estupendo articulo, esperamos mas novedades desde esta blog, Felicidades Luis….
Seguiremos en la lucha, buscando “cosas por hacer”.
Gracias por tu comentario, Alfredo.
La obsolescencia programada es el ethos de nuestros tiempos, del capitalismo actual, buscar formas de dar sentido a esta lógica, reapropiarla en un nuevo sentido ético o material. Interesante posibilidad.
Pues no me gusta ese ethos, Jon. Prefiero seguir pensando que hay otras “cosas por hacer” y que podemos tomar nota de los objetos japoneses sin necesidad de copiar su enloquecido mercado inmobiliario.
Seguiremos investigando.
Gracias por tu comentario.
http://freakonomics.com/2014/02/27/why-are-japanese-homes-disposable-a-new-freakonomics-radio-podcast-3/
Trasladar el concepto de obsolescencia programada a las viviendas y a los edificios en general, a mí personalmente me parece un disparate. Las construcciones deben de ser duraderas como se ha pretendido siempre.
sobre la obsolescencia programada de la arquitectura japonesa http://misfitsarchitecture.com/2015/11/02/the-new-japanese-house/